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Economía

La historia del chocolate Maruja y su vinculación con las ciudades de Ceuta y Tetuán

El chocolate ‘Maruja’, nacido en Ceuta, estuvo presente en Tetuán, la capital del norte de Marruecos durante el Protectorado español desde hace muchas décadas.

Las tabletas del chocolate ‘Maruja’ se fabrican desde hace más de un siglo, empezó en 1917, y está ligada a una familia tradicionalmente residente en Ceuta, la familia Borras, ya que esta empresa familiar era famosa por importar materiales provenientes de regiones tropicales como el cacao y granos de café, importados de Guinea.

El chocolate ‘Maruja’ en su época dorada se elaboraba únicamente con buen cacao, natural, libre de sustancias y aditivos químicos, ese cacao llegaba a bordo de los barcos españoles que cruzaban el Océano Atlántico,  desde el continente latinoamericano, donde existían antiguas civilizaciones, como la "azteca", famosa por su árbol del cacao.

La historia del chocolate “Maruja’ mueve recuerdos: “Cuando tenía siete años no abundaba el dinero, los chocolates Maruja se vendían en tiendas y pequeños puestos de forma fraccionada, se pagaba por el precio de cada barra de chocolate español”.

“Todavía recuerdo cuando éramos jóvenes, cuando mordíamos un bocado de chocolate Maruja se olía el aroma de cacao te llenaban del verdadero sabor, porque Maruja estaba hecha de puro cacao”, se evoca.

Fue en 1952, cuando la empresa decidió dar un cambio estratégico y producir sucedáneo, con el mismo proceso con el que se elaboraba chocolate, logrando los mejores niveles de calidad y un producto más resistente al calor.

Y es que, entonces, se quería que fuera resistir al calor del sol, no había grandes frigoríficos, ni refrigeradores, el cacao natural era el que mantenía a Maruja libre de oxidación y la protegía de los daños, además, la pieza salía de fábrica apilada con almendras enteras, en realidad era chocolate con una alta calidad en aquellos tiempos.

Tetuán y Maruja

Tetuán, capital del Protectorado español en el norte de Marruecos, la ciudad de la Paloma Blanca, se puede decir, sin exagerar, que contribuyó a la supervivencia de esta marca durante mucho tiempo y la ayudó a enfrentar la feroz competencia contra las gigantes empresas productoras de chocolate, como la suiza Nestlé y la británica Cadbury y otros tipos de chocolates de origen holandés, belga y norteamericano.

La empresa de chocolate Maruja, afincada en Ceuta, utilizó como base comercial la ciudad de Tetuán, desde donde  empezó a promocionar en las distintas ciudades del norte de Marruecos, desde la identidad visual de las tiendas y comercios del norte marroquí, antes y después de la independencia.

Los tetuaníes y la gente del norte, en general, eran famosos por su gran afición por el chocolate ‘Maruja’, que se vende en las tiendas y ‘bakalitos’, en piezas, y cada una tenía un precio.

Entonces el chocolate en general era considerado un lujo, y no al alcance de todos los marroquíes, por lo que los habitantes de Tetuán eran unos privilegiados ya que tenían un claro acceso al mismo.

El norte marroquí fue el más afortunado, por el factor de proximidad a la fábrica de Ceuta, y gracias al razonable precio de ‘Maruja’, que hizo accesible este chocolate a todos los segmentos populares, en las distintas partes del norte de Marruecos, creando así una especie de igualdad social.

Prueba de ello es que incluso los hijos de los pobres podían comprar ‘Maruja’ al menos dos veces al mes, además de los tiempos de días festivos, donde les era posible comprar una deliciosa pieza para disfrutar de su dulzura en el Aid El Adha.

El mismo chocolate que se vendía en Ceuta era el que se vendía en Tetuán, antes de la irrupción de la frontera y las aduanas, con los almacenes de falsificación en el polígono del Tarajal. La verdadera Maruja no se fabricaba en otra zona que no fuera la tradicional fábrica ubicada en Ceuta.

‘Maruja’ y los primeros migrantes marroquíes

La primera generación de inmigrantes del norte  marroquí, cuando llegó al norte de Europa, procedentes de las ciudades de Tetuán, Alhucemas, Nador, Larache, Chauen y Bab Taza, esperaban encontrar el chocolate ‘Maruja’ en esos países, pero se sorprendieron de que no encontraran ni una sola pieza en tiendas de Holanda, Bélgica, Alemania y otros países.

Es cierto que estos inmigrantes encontraron muchos otros tipos de chocolates lujosos en los países de la diáspora, pero la nostalgia de la infancia y los recuerdos hacían que los simples inmigrantes siempre buscaran el chocolate ‘Maruja’, el producto con el que crecieron desde los primeros años, sin interesarse por el chocolate francés, holandés e incluso belga.

Así, al final de las vacaciones de verano, los inmigrantes marroquíes cuando volvían, de regreso al extranjero, transportaban en sus coches, además de aceite de oliva, centeno,  caramelos y unas tabletas de chocolate Maruja.

De esta manera, algunos comerciantes y dueños de supermercados alertaron de este fenómeno, es decir, un sector de la comunidad marroquí adoraba el chocolate ‘Maruja’, por lo que lo introdujeron en sus tiendas y así la marca se extendió a Holanda, Bélgica, Alemania y otros países europeos, gracias a la presencia de consumidores fieles de la región norte de Marruecos que vivían en la diáspora europea.

Por ahora, el chocolate 'Maruja' todavía se está promocionando en varias ciudades de Marruecos, pero para la gente del norte marroquí y de Tetuán, que fueron criados en el sabor original, este chocolate lleva muchos sentimientos, símbolos y recuerdos de los días dulces, esos días en los que 'Maruja' endulzó otros tiempos pasados y hermosos.

Las tabletas de Maruja llegan a diversos países europeos además de Marruecos y Argelia.