Ecologistas critican la implantación de palmeras no autóctonas en Tánger
La plantación de palmeras en Tánger que ya en el pasado causó polémica ha vuelto provocar críticas por parte de grupos ecologistas.
Los activistas medioambientales exigieron la apertura de una investigación judicial por lo que no dudan en calificar de "escándalo".
Según un movimiento ecologista el desarraigo de las palmeras autóctonas es un "delito grave e injustificado" por lo que insta al Ministerio público a actuar para disuadir a los autores que califican de "promotores inmobiliarios y contratistas desconocidos" que vulneran la identidad paisajística e histórica de Tánger.
Los ecologistas reclaman una intervención urgente para preservar la identidad visual de la ciudad lejos de la manipulación, mostrando su apoyo a la petición nacional realizadas por el movimiento medioambiental de Marruecos 2050 para frenar la forestación indiscriminada de palmeras datileras fuera de su hábitat natural. Se trata de palmeras que provienen de la zona de Marraquech y de la zona de Figuig, al este, que están habituadas a ese clima por lo que su implantación en la ciudad del Estrecho provoca que sufran y acaben marchitándose y muriendo.
Además la palmera datilera no proporciona la sombra adecuada ante las altas temperaturas, es muy costosa, y no protege de la erosión como otros árboles.
Los ecologistas ya han realizando una petición pública advirtiendo de este grave problema medioambiental para la ciudad. Además de Tánger también se han producido protestas en Agadir y Casablanca.
Informe de 2020
El problema y la polémica sobre la implantación de nuevas palmeras en Tánger no es nuevo. Un informe realizado en 2020 consideraba que el plan para extraer árboles y reemplazarlos por palmeras era un proyecto derrochador en Tánger.
El texto, elaborado por la Oficina Central de la Asociación para la Defensa de los Derechos del Consumidor, señalaba que las palmeras se encontraban en un estado lamentable, debido a las enfermedades y defectos que habían padecido y todas las intervenciones realizadas no habían ayudado a resolver el problemas sino que precipitaban su muerte, muchas de ellas cayeron bajo la influencia de la fuerza del viento, esta experiencia se repite de forma periódica desde 2005.
El informe, que ocupaba cuatro páginas afirmaba que el coste de estos árboles, calificados como muertos, oscila entre uno y tres millones de dírhams (92.415 a 277.245 euros) por palmera, preguntándose: ¿Cuántos millones se desperdiciarán en proyectos que llevaron a la ciudad a un túnel bloqueado? Son millones de dírhams, todos se fueron con el viento.
La referencia explica que este esquema vino con una elección unilateral del ex gobernador, Mohamed Hassad, ya que el elemento de la palma se incluyó en los programas de rehabilitación de la ciudad que consumió miles de millones, indicando que trajo esta versión desde Marraquech, porque soñaba con transformar Tánger en otra Marraquech. Según el texto, titulado ‘El fin de la leyenda de la palmera datilera en Tánger’, Hassad inició su plan extrayendo árboles y reemplazándolos por palmeras que ahora llenan los espacios de la ciudad, desde el puerto a Sidi Ghandouri.
En lugar de revisar ese plan, el informe confirmaba la insistencia en la plantación de palmeras y la generalización de la experiencia a nivel de todas las calles principales y parques públicos a costa del resto de árboles y cobertura forestal.
El documento añade que posteriormente siguió el mismo enfoque, reemplazando la palma local por otra importa, explicando que esta variedad es adaptable e inmune a las enfermedades que aquejan a las especies autóctonas, por lo que cubrió todos los espacios con este tipo de palmera, en un tiempo récord tras desmantelar la anterior.
El informe enfatizó que este proyecto, a su vez, no resistió la fuerza de los vientos que caracterizan el área del Estrecho, ya que encontró grandes dificultades durante el proceso de plantación, muy diferentes árboles fueron arrancados de manera agresiva en varias regiones cercanas y reemplazados por palmeras que estaban atadas con cuerdas y sostenidas por pilares, pero seguían cayendo en su lugar.
El informe enfatizaba que era una manipulación de las capacidades de la ciudad, y un modelo de derroche de dinero público, sin control, ni fiscalización, indicando que son quince años de corrupción por apostar por el asentamiento de palmeras en un ambiente inadecuado, solo para satisfacer las mentes de los lobbies de negocios sospechosos, y por ende, la mayoría de las palmeras que cubren los espacios urbanos, o se han secado o se han deteriorado, o padecen una enfermedad que las hace caer, lo que las convierte en candidatas a dejar su presencia.
El documento explicaba que, a lo largo de la avenida Mohamed VI, que representa la cara turística de la ciudad, así como la calle Mohamed V, se encontraban en pie decenas de palmeras que se quedaron muertas o en vías de morir, además una serie de lugares no contaban con palmeras tras deshacerse de ellas como consecuencia de su caída o no fueron sustituidas, además de la aparición de la enfermedad que carcomía el resto del cuerpo de la palma, que los encargados de la reimplantación no lograban detener.
El informe concluía que los pasados gobernadores estaban y siguen proporcionando una hostilidad definitiva hacia la cultura, medio ambiente y legado de la ciudad, al servicio de su percepción que procede de otras culturas y entornos, ya sean relacionadas con zonas del sur o regiones montañosas.
Antecedente del rey de España
La relación oficial de la palmera con Tánger se debe a España, ya que comenzó en 1922 cuando el rey de España, Alfonso XIII, entregó un obsequio a la ciudad que eran plantitas que se usaban para decorar la calle España (actual avenida Mohamed VI), lo que hizo que se adaptara al clima y creciera de manera gradual y natural, resistiendo la fuerza de los vientos y la humedad del mar durante casi cien años hasta que sus raíces se agotaron, por lo que comenzaron a desmoronarse. Sin embargo, permanecieron mayormente constante en su ubicación hasta que llegó a la mano de funcionarios que querían cambiar su estado tras actuar aleatoriamente en el paseo marítimo.
Esta variedad de palmeras las trajo España de las Islas Canarias, se plantaron como pequeñas plantitas de igual tamaño que lograron crecer de forma natural sin ser afectadas por el cambio y la manipulación, esto es lo contrario al método adoptado en la plantación.
Texto: Jesús Cabaleiro