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La Torre-Borj Sidi Maimoun, abierta en Asilah

La Torre (Borj) Sidi Maimoun se alza como una silenciosa extensión de piedra de la línea defensiva en la muralla de origen portugués de Asilah (Arcila en la etapa española), con vistas al Océano Atlántico.

Una torre pequeña pero de gran importancia, que emergió recientemente de su aislamiento después de que la Comunidad Urbana (Ayuntamiento) de Asilah (Arcila) decidiera abrirla al público, una iniciativa destinada a reconectar con su olvidado patrimonio marítimo.

En los últimos meses, se ha limpiado y reforzado el entorno de la Torre, conocida como Bastión de San Francisco por los portugueses, con reformas sencillas, sin alterar sus características, siendo reabierta al público.

El alcalde de Asilah, Tariq Ghilan (PAM), anuncia una política destinada a realzar los monumentos menos destacados e integrarlos en los itinerarios turísticos de visitantes marroquíes y extranjeros.

La apertura de esta Torre, realmente un espigón, no pretende transformarla, sino corregir una visión parcial que considera como auténticos hitos están limitados al festival internacional y murales, mientras se olvida que bajo cada piedra hay un recuerdo, en cada rincón de la torre, una historia.

Los visitantes que llegan a la Torre Sidi Maimoun no encuentran una plataforma con explicaciones, ni paneles interpretativos. En cambio, encuentran un espacio sencillo abierto al Océano, donde la muralla se une al horizonte y las olas acarician los cimientos de piedra en una monótona repetición.

Sentarse allí, en este espigón al borde de la torre, ofrece una especial sensación de serenidad, como si se contemplara a través de una ventana natural, los restos de las defensas marítimas, que se han conservado su forma original a lo largo de los siglos.

Aunque la Torre no atrae multitudes, el número de visitantes ha aumentado significativamente desde su reapertura, sobre todo por las noches.

Aficionados a la fotografía, interesados ​​en la arquitectura defensiva tradicional e incluso algunos lugareños han acudido masivamente a la Torre, descubriendo una perspectiva nunca antes vista. No es un monumento decorado, ni un sitio famoso, sino un lugar silencioso que encuentra su fuerza en su autenticidad.

La Torre Sidi Maimoun contribuye a configurar un nuevo panorama para el turismo cultural en Arcila, alejándose de los estereotipos y las actividades estacionales. Los visitantes reinterpretan la muralla como un documento de piedra de múltiples capas que vincula a portugueses y marroquíes, defensa y belleza, presencia y aislamiento.

La Borj ofrece una lección de sencillez, donde no hay nada más que piedras y agua, una historia que no grita pero tampoco calla.

En el punto donde la muralla occidental de la medina se suaviza y desciende hacia el Atlántico, esta Torre no es ningún monumento imponente. No hay escaleras de caracol que la rodeen, ni ventanas que den a la plaza, ni ninguna puerta adorna su entrada.

Más bien, se asemeja a una lengua de piedra que avanza suavemente hacia el Océano Atlántico, elevándose sobre una gruesa y baja muralla, cuidadosamente ubicada para vigilar la costa occidental de la localidad.

Es más bien un puesto de guardia avanzado, construido por los portugueses en la segunda mitad del siglo XV, como parte de una extensa línea de fortificación que comenzó en 1471, cuando los portugueses, con el rey Alfonso V El Africano (1438-1481) tomaron el control de la ciudad y construyeron murallas que la rodeaban por todos lados.

Las murallas actuales datan casi en su totalidad de la ocupación portuguesa. Hay dos puertas principales en las murallas, Bab Hamra (Puerta Roja) en la parte media-sur, y Bab al-kasbah (Puerta de la ciudadela) en el extremo oriental de las murallas donde estuvo ubicada la kasbah (ciudadela).

Una torre rectangular en un estilo portugués (Torre del Homenagem), conocida como Borj al-Hamra (‘Torre Roja’), se encuentra cerca de la kasbah y domina una plaza abierta.

La Torre Sidi Maimoun no era sede del gobierno ni una fortaleza militar. Más bien, era un punto de observación del mar, que vigilaba el movimiento de los barcos y advertía del peligro inminente, dentro de una red de torres y pasadizos internos que conectaban Bab al-Bahr (Puerta del Mar) con la fachada occidental.

Con el tiempo, la fama de la Torre de la Luna, sede del gobernador portugués y asociada al mítico rey Sebastián (1554-1578) que recuperó la ciudad en 1577, y del Mirador de la Caraquia (krikia), de gran altura y con vistas panorámicas por ambos lados de Asilah, se hizo más patente.

La Torre de Sidi Mimoun permaneció en la sombra, erosionándose lentamente por la humedad y el olvido hasta ahora.

Texto: Jesús Cabaleiro