Tamrabet, aldea de costa cercana a Tetuán
Una carretera secundaria asfaltada serpentea entre las empinadas colinas, desviándose de la Carretera Nacional 16, a unos 25 kilómetros al este de Tetuán, la Paloma Blanca. En verano suele estar colapsada y el número de vehículos aumenta exponencialmente.
Esta vía conduce directamente a Tamrabet, una pequeña aldea, un duar costero enclavado al pie de una montaña, con vistas a la tranquila costa mediterránea.
Se trata de un destino predilecto para numerosas familias que rechazan el ruido y bullicio que caracterizan playas como Martil u Oued Laou, y prefieren una alternativa más tranquila.
Tamrabet se mantiene como un espacio singular dentro del paisaje costero del norte. No busca atraer multitudes ni competir con los grandes destinos, sino ofrecer un modelo único de pertenencia, paciencia y sencillez.
Entre el mar y la montaña, este rincón olvidado conserva una gran autenticidad, donde la belleza se esconde en los detalles y el sentimiento de pertenencia es silencioso pero profundo.
Tamrabet es un duar, perteneciente a la comuna rural de Tassift (6.924 habitantes), provincia de Chauen, región de Tánger-Tetuán-Alhucemas. Está compuesta por cinco aldeas y su población se estima en 364 personas, según el censo oficial de 2019.
Desde el primer momento que llega, el visitante se encuentra con escenas sencillas y auténticas: casas de techos bajos dispersas por la ladera, higueras y olivos que crecen lentamente, y senderos de tierra que desembocan en una playa a la que se llega sin ostentación.
En lugar de arena suave y servicios prefabricados, hay un paseo marítimo dominado por guijarros y zonas rocosas, intercaladas con franjas dispersas de arena oscura, pulida por el paso del tiempo.
El mar Mediterráneo aparece relativamente tranquilo y claro, aunque ocasionalmente puede experimentar ligeras perturbaciones de viento. Sin embargo, la ubicación de la playa, enclavada entre afloramientos montañosos, la hace menos afectada por los vientos Chergui o Sharqi que son cálidos y secos, que suelen azotar la costa norte de Marruecos durante el verano.
Por tanto, los ahogamientos son poco frecuentes y la playa se considera una playa relativamente segura, especialmente para familias
Por otro lado, Tamrabet actualmente carece de servicios organizados de rescate o vigilancia, pero sigue siendo un destino predilecto para los que suelen acudir cada verano.
Las familias se han acostumbrado a esta zona traen sus propias provisiones, comida y agua, y viven a su manera, rodeadas de una tranquilidad solo perturbada por el sonido de las olas o el llanto de los niños.
Los aldeanos forman una comunidad muy unida basada en relaciones familiares, y la mayoría vive de la agricultura. Pequeños huertos se encuentran dispersos detrás de las casas, y rebaños de cabras pastan libremente, mientras que el ritmo de vida diario se mantiene tranquilo y en armonía con el entorno.
Durante el verano, los residentes aprovechaban su ubicación frente al mar para ofrecer servicios sencillos a los veraneantes, desde el alquiler de sombrillas y mesas hasta alojamiento limitado en casas del pueblo. Estas actividades les ayudaban a complementar sus ingresos estacionales, especialmente por la falta de alternativas económicas viables.
Pero las autoridades han reforzado los controles sobre la explotación de bienes marítimos públicos, limitando estas actividades por lo que han producido un impacto directo en el frágil equilibrio económico de las familias locales.
Así, los aldeanos de Tamrabet se encuentran ante un nuevo desafío, que les obliga a adaptarse a esta nueva realidad normativa que no proporciona alternativas.