Diario Calle de Agua

España - Marruecos

Cultura

El Faro de Cabo Malabata, patrimonio histórico, espera su necesaria rehabilitación

El faro de Cabo Malabata, a unos diez kilómetros del centro de Tánger, sigue esperando su reforma, debido a su deteriorada situación, que padece por el prolongado abandono sufrido.

Se trata de una zona en la costa que mira al mar Mediterráneo y donde reinan silencio y calma, donde se escucha con nitidez el sonido del mar y el sol aporta la luz necesaria para disfrutar de este espacio tan singular.

Los activistas ciudadanos creen que el faro de Cabo Malabata merece una mejor atención, especialmente a la luz de los grandes proyectos turísticos que se están llevando a cabo en Tánger.

Sin duda, transformar este hito en un destino turístico cultural puede contribuir a valorarlo, así como a revivir su rica historia.

El responsable del Observatorio para la Protección del Medio Ambiente y los Monumentos Históricos (Opemh), Abdelaziz Al Janati, lamenta esta situación y explica que este monumento debe incluirse dentro de un plan integral de mejora y valorización del patrimonio cultural local.

Añade que el faro Cabo Malabata es un lugar estratégico que necesita verdaderos cuidados para seguir siendo parte de la memoria viva de Tánger.

A la espera de la necesaria rehabilitación, el faro de Cabo Malabata se mantiene abrazando entre sus muros una larga historia, mirando hacia el futuro, con la esperanza de que recupere su gloria y siga siendo testigo del desarrollo y la historia de la ciudad.

Desde lejos, susurrar viejos recuerdos y lleva en silencio en sus paredes huellas del tiempo transcurrido.

Este patrimonio histórico, ubicado en la zona también conocida como ‘Sidi Al Manari’, vive en las sombras, lejos de las luces que acechan a su hermano el Faro de Cabo Espartel en la fachada occidental de la ciudad.

A pesar de la belleza natural que lo rodea, el faro de Cabo Malabata sufre un abandono desde hace muchos años que pareciera como si hubiera perdido todo el brillo que una vez irradiaba. Las grietas se extienden por sus paredes como si contuvieran historias que aún no han sido contadas.

A medida que uno se acerca, se cierne una escena contradictoria: por un lado, el faro parece resistir los fuertes vientos del mar, y por otro lado, de sus paredes agrietadas caen piedras, como si se desmoronase, lo que refleja una situación que requiere una intervención rápida antes de que se convierta en sólo un recuerdo.

En sus alrededores, la zona tiene un encanto natural impresionante. Los árboles se mecen suavemente con la brisa que viene del mar, mientras algunas flores silvestres se esparcen aquí y allá.

Pero a pesar de este atractivo natural, el abandono sigue siendo evidente en cada esquina.

Los alrededores del faro son conocidos por sus atractivos paisajísticos naturales que atraen cada día a una gran cantidad de visitantes y turistas que buscan un ambiente para escapar de la monotonía. Numerosos visitantes llegan diariamente a la zona en busca de un momento de calma lejos del ruido de la ciudad.

Desafortunadamente, quienes vienen a disfrutar de la belleza escénica se enfrentan a un escenario de indiferencia hacia este hito histórico.

Cerca hay un peculiar castillo, que imita una edificación medieval, aunque su construcción data de inicios del siglo XX así como una base naval. Además en las inmediaciones se encuentra la rehabilitada Villa Harris, hoy Museo, así como el Casino de Tánger.

Su imagen está en la pintura. El artista irlandés Francis Bacon (1909-1992) pintó en 1963, ‘Paisaje cerca de Malabata’ y también la pintora española Consuelo Hernández realizó el cuadro ‘Tres mujeres en Cabo Malabata’.

Texto: Jesús Cabaleiro