El Palacio Álava-Esquivel de Vitoria en la lista roja del Patrimonio mientras Tánger olvida su propiedad
La asociación en defensa del patrimonio 'Hispania Nostra' ha incluido el pasado mes de abril al edificio del Palacio Álava-Esquivel, de Vitoria, pero que pertenece a Tánger, en la lista roja por ‘Grave Peligro de Desprendimientos’.
Hace ya muchos años que Tánger renunció a actuar en este inmueble, y de hecho Vitoria-Gasteiz ha impuesto varias multas a la ciudad propietaria por despreocuparse totalmente del inmueble, por un importe de 126.000 euros.
El Palacio ya llevaba tiempo amenazado de derrumbe, y desde hace nueve años se debieron ubicar mallas exteriores, por lo que necesita reparación y restauración urgente.
Desde hace 13 años el Ayuntamiento ha exigido a Tánger su reparación, pero no se ha avanzado especialmente. Hasta hace unos años había una gestora que llevaba estos temas en España, pero en los últimos tiempos ha perdido el contacto con la ciudad del Estrecho que cambió de alcalde el año pasado.
La oposición municipal pide al equipo de Gobierno de Vitoria-Gasteiz, regido por el PNV, que inicie “sin más demora la ejecución subsidiaria de las obras" solicitando analizar “técnica y jurídicamente la expropiación de este inmueble de manera urgente".
No obstante, el Ayuntamiento ya había anunciado en 2020 un estudio para expropiar el inmueble.
El Palacio Álava Esquível es un inmueble habitado, en el que hay actualmente personas que permanecen en alquiler en este espacio a pesar del deterioro del mismo.
Historia
El Palacio Álava Esquível fue construido en el siglo XV, entre 1488 y 1535. Fue mandado construir por Pedro Martínez de Álava y María Díez de Esquivel, pero se terminó bajo la dirección de su hijo Diego de Álava y Esquivel (fallecido en 1562).
El edificio ha sufrido muchas modificaciones con el paso de los siglos, y se desconoce cuál era su aspecto original.
Es uno de los edificios más emblemáticos del casco histórico vitoriano. Cuenta con un reloj apresado a un navío inglés el 25 de junio de 1782. El reloj aún es visible, aunque se encuentra en mal estado de conservación.
En el siglo XIX sufrió una ampliación y en 1891 se derrumbó parte del ala norte.
El último de sus propietarios fue el Duque de Tovar, Ignacio de Figueroa y Bermejillo (1892-1953), quien, al morir en 1953, cedió todas sus posesiones al entonces Protectorado español en Marruecos. De hecho, un hospital en Tánger lleva su nombre, Duque de Tovar.
Tres años más tarde, en 1956, se crea el Reino de Marruecos y en 1960 la hasta entonces ciudad internacional de Tánger se integra plenamente en él.
Texto: Jesús Cabaleiro