La herencia portuguesa de Mazagán, la actual El Jadida
La antigua medina de El Jadida da testimonio del paso de los portugueses por Marruecos que habían construido una ciudad fortificada.
Las fortificaciones fueron creadas en 1541, tras la ocupación portuguesa en 1514. Su función era proteger a los habitantes y permanecen a día de hoy, a pesar de su demolición parcial tras la marcha de los portugueses en 1769.
El Jadida es una ciudad rica en su pasado portugués que ha dejado huellas imborrables en las fortificaciones, de estilo manuelino, al igual de la iglesia de la Asunción. La antigua fortaleza se alza frente al océano Atlántico.
La ciudad histórica ubicada en el casco antiguo es una joya arquitectónica que se remonta a la colonización portuguesa. Desde 2004, la ciudad está inscrita en el patrimonio mundial de la Unesco y está hermanada con la portuguesa Sintra.
La antigua Mazagan, hoy El Jadida (La Nueva) cuenta con 195.000 habitantes y atrae el paseo y perderse, en el laberinto de callejones rodeados por murallas. Desde la fortaleza se puede ver a lo lejos pescadores con sus redes para la pesca de atún, sardina o dorada.
Historia
Los portugueses decidieron construir una ciudadela en el sitio de Mazagán, debido a su proximidad a la ciudad de Azemmour, que ocupaban desde 1486 y dejaron en 1541 y en la que aún permanecen algunos restos en el centro histórico.
En 1541, los portugueses fueron expulsados de Cruz desde Cabo Aguer por lo que deciden construir desde cero en Mazagán una nueva ciudad para tener todo un baluarte en suelo marroquí. El proyecto fue de Benedetto da Ravena (1485-1555).
Las murallas delimitan la ciudad en un espacio de una hectárea donde se codean casas, iglesias y almacenes. La ciudadela está en el centro de la ciudad y ya no tiene su vocación militar. A los marroquíes no se les permitió entrar en la fortaleza donde vivían exclusivamente los portugueses.
La ciudad fue construida para resistir los asaltos de los ejércitos marroquíes y servir como base de retirada de las tropas portuguesas. Los marroquíes no se rinden y consiguen derrotar a las tropas del rey José I, ‘El Reformador’ (1714-1777) en 1769.
Los portugueses abandonan la ciudad. Se firma una tregua para que la evacuación de la población. Pero, por despecho, cuando los últimos barcos se alejaron, las minas colocadas por los portugueses explotaron y destruyeron parte de murallas y casas.
Mazagán quedó entonces arruinado y casi deshabitado hasta principios del siglo XIX, a pesar del trabajo de reconstrucción parcial emprendido por el sultán Mohammed III (1710-1790) de la dinastía alauita.
En el centro de la fortaleza, una cisterna de agua, en perfecto estado, era fundamental para la supervivencia de los habitantes dentro de la ciudadela, ya que Mazagán vivió durante largos períodos en estado de sitio. La Cisterna Portuguesa, una gran sala subterránea aboveda, es una de las obras maestras del siglo XVI.
Originariamente se construyó para que sirviera de almacén y posteriormente se convirtió en reserva de agua, aljibe. Está cubierta por bóvedas sostenidas por cinco hileras de pilares de piedra.
El lugar es oscuro, pero el sol que entra por la única abertura circular del techo proyecta un amplio rayo de luz que, al incidir sobre la superficie del agua, da lugar a una atmósfera especialmente poética.
El lugar es emblemático de El Jadida e inspiró al director estadounidense Orson Welles (1915-1985) en 1952 quien rodó allí escenas de su película ‘Otelo’.
La entrada a la cisterna tiene un precio de 10 dírhams (0,90 céntimos).
Texto: Jesús Cabaleiro