Nostalgia de Tánger (I)
Este artículo es la primera parte de los recuerdos del arabista Fernando de Agreda y su relación con Marruecos en general y con Tánger en particular.
“Los recuerdos lejanos se van desvaneciendo, queda la memoria de los días vividos, las personas que nos acompañaron entonces, a sabiendas que muchos de ellos ya han fallecido.
Recurrimos a las fotografías y en la medida de las posibilidades, a quienes compartieron aquellas vivencias y las emociones que nos movieron entonces.
Así me ha ocurrido recientemente al visitar de nuevo la ciudad de Tánger. Gracias a la invitación del Instituto 'Severo Ochoa', cuya directora Ángeles Hernández me propuso que interviniera para dar una conferencia a los animados alumnos y alumnas de aquel dinámico centro de bachillerato. Gracias a su invitación he podido renovar mis recuerdos más entrañables que ahora intento reunir tras la memorable sesión que he disfrutado junto a las principales autoridades del consulado español, y los directivos del instituto Cervantes y del colegio español “Ramón y Cajal” de la ciudad.
La primera visita que deseo rememorar ha sido la del cementerio donde reposan los restos de una figura muy especial del mundo tangerino: Mohamed Chukri (1935-2003), el famoso autor de la novela El pan desnudo, también titulada después El pan a secas según las versiones de amigos tan admirados como Abdallah Djbilou, profesor tangerino ya fallecido, o Rajae Boumediane en 2012.
A Chukri me han unido recuerdos literarios junto a una preciosa correspondencia, según he dejado expresado en mi artículo titulado Mohamed Chukri…en Lavapiés. Llevado por aquellos sentimientos escribí aquellas líneas en una de mis visitas al Centro Hispano-Marroquí que existía en tiempos en la calle Argumosa, cerca del populoso barrio ya citado. De aquel local, a cargo de otro hispanista querido Aziz Amahjour, guardo recuerdos muy felices como fue el homenaje al citado Djbilou, catedrático de la Facultad de Letras de la universidad de Tetuán, del que publicamos un hermoso libro diseñado por Said Messari, con los testimonios de los amigos, colegas y profesores, que disfrutamos de su amistad en Fez y en Madrid.
La ya citada directora del Instituto 'Severo Ochoa' Ángeles Hernández me había prometido que accedería al deseo que le había expresado: visitar la tumba de mi buen amigo Mohamed Chukri como tributo de amistad y recuerdo. Así he podido cumplir este modesto homenaje gracias a la ayuda impagable de Angeles y de un nuevo amigo: Omar Bouhachi sabedor del lugar de aquel cementerio. Bouhachi es un buen hispanista, traductor de varias novelas de Galdós como Doña Perfecta entre otras. Tras la visita tan sentida mis cicerones me animaron a dar un largo paseo por la zona próxima al Palacio Real y llegar al Café Hanafta en un tranquilo y amplio parque donde pudimos relajarnos.
Al revivir estos recuerdos siento la sensación de haber disfrutado de un sueño que es difícil compartir. Mi intento queda aquí expresado y mi deseo es que llegue a los amigos de aquella tarde tangerina inolvidable.
Mis primeros recuerdos
Tras finalizar mis estudios de la licenciatura en Filología Semítica en 1967, como se titulaba entonces, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense se imponía la idea de realizar la Memoria o Tesina de dichos estudios. A la hora de plantear el tema y de buscar el director del trabajo tenía presente la figura del profesor que había animado los temas contemporáneos en nuestra especialidad, es decir el Profesor Pedro Martínez Montávez cuya reciente estancia en El Cairo, al frente del Centro Cultural Español había dejado una clara impronta en su magisterio. Su cercanía permitía a los alumnos comentar las posibles líneas de un primer trabajo científico. Así fue como surgió la idea de realizar mi Memoria sobre la literatura y, más en concreto, sobre la narrativa moderna de aquel país: al-qissa al-qasira.
Animado por el consejo del profesor Martínez Montávez decidí trasladarme al país vecino y tomar contacto con los propios autores que pudieran responder a mis inquietudes. Creo recordar que por entonces estaba yo haciendo el servicio militar por lo que el viaje no debía prolongarse mucho tiempo ¡Sería mi primera experiencia de aquel país tan cercano y tan desconocido para mí!
Seguido por los consejos de mi familia, según las costumbres habituales entonces, iba a tomar contacto con unos parientes que residían en Tánger: se trataba sin yo saberlo de don Manuel Segura, catedrático de Historia del Instituto Politécnico español, cuya esposa era, como decía, pariente de mi familia. El profesor Segura me acogió en su casa y me ayudó a aprovechar mi breve estancia buscándome un alojamiento apropiado y, acompañado de sus hijos –mantengo una cordial amistad con Manolo, uno de ellos- a hacer una visita turística por la ciudad: guardo pocas fotografía de aquel viaje, y es lástima por lo mucho que las aprecio ahora, solo conservo alguna realizada en la famosa Gruta de Hércules.
También conservo el programa de un concierto al que pude asistir gracias al buen consejo de mis familiares: se trata del “Canto a Galicia”, organizado por el Centro Español de Tánger y que tuvo lugar en el salón de actos del Colegio “Ramón y Cajal”, el día 27 de junio de 1969. Las “Cantigas Galaicas”, Poesías de Rosalía de Castro y Música del P. Emilio Soto, estaban presentadas por una figura muy especial: la directora de la Biblioteca “Menéndez Pelayo” de Tetuán: Dora Bacaicoa Arnaiz. Se citaba la actuación de la “Coral Polifónica Hispano-Marroquí de Tetuán”, dirigida por citado P. Emilio Soto, conocido especialista en la música hispano-marroquí.
De aquel primer contacto surgiría una buena amistad con Dora Bacaicoa, una de las figuras clave en la historia de la presencia cultural española en los años del Protectorado español. Años después, en 1972, Dora me enviaba su bonita colección de relatos titulada “Zohora la negra y otros cuentos”, publicada en la colección Manantial, dirigida por Jacinto López Gorgé, en Tetuán, en 1955“.