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El viajero tangerino Ibn Battouta y la basílica de Santa Sofía de Estambul

Shams ad-Din Abu Abd Allah Muhammad ibn Muhammad ibn Ibrahim al-Luwati at-Tanyi fue un tangerino viajero que pasó a la historia con el nombre de Ibn Battouta o Ibn Battuta (1304-1377).

Dejó su casa natal en Tánger, en Marruecos, donde nació un 24 de febrero, a los 21 años en 1325, con el propósito de cumplir con uno de los cinco mandamientos de la fe musulmana, la peregrinación a La Meca, el Hajj, y ampliar sus estudios jurídicos en Egipto y Siria.

No volvió a Tánger hasta después de cumplir los 45 años, tras recorrer 120.000 kilómetros en 24 años en lo que correspondería actualmente a 44 países. Además del árabe dominaba el turco y el persa.

Luego partiría de nuevo a otros dos últimos viajes, por el entonces al-Andalus, desde Gibraltar hasta Granada, cruzando el Estrecho por Ceuta y el sur del Sáhara, en la actual Mali, llegando a Tombuctú.

Durante su periplo viajero conoció la entonces basílica ortodoxa de Santa Sofía o Hagia Sophia, en la hoy Estambul, entonces Constantinopla, y la describió en su conocido libro de viajes. La actual decisión de transformar la que fue basílica de Santa Sofía –patrimonio mundial por la Unesco desde 1985- hoy museo, a mezquita ha creado una controversia mundial.

Constantinopla fue desde el 395 al 1453 capital de Bizancio como antes lo había sido del Imperio Romano en Oriente del 335 al 395. Desde 1453 y hasta 1922 fue capital del entonces Imperio Otomano.

Ibn Battouta estaba interesado en los aspectos religiosos y antropológicos de las ciudades y países que visitaba y la definió como “la gran iglesia”. Así la evoca cuando recuerda su conversación con el rey bizantino Andrónico III (1297-1341) en el cuarto día de su llegada a Constantinopla en 1332.

El viajero describe la ciudad en dos partes: "Están separados por un gran río, parecido al de Salé en el país del Magreb"(en alusión a Marruecos). "Una primera sección de la ciudad se llama ‘Galata’ y la segunda ‘Estambul’, que incluye la ‘Gran Iglesia’ llamada Santa Sofía".

La iglesia despertó un obvio interés por parte de Ibn Battouta, aunque se le prohibió entrar, ya que estaba restringido el acceso a los cristianos en ese momento. Después de haber podido cruzar su patio exterior, describe el edificio como "la iglesia romana más grande", rodeada por un muro, como un pequeño pueblo "con 13 puertas de entrada". Frente a estos accesos, el viajero describe a los guardias que "no permiten que nadie entre, antes de postrarse ante la cruz, que dicen ser parte de la madera en que Jesús fue crucificado".

Según las descripciones que recogió sobre el interior de la iglesia, el personal "está formado por miles de sacerdotes, algunos de los cuales son descendientes de los Discípulos de Cristo, y también existe una estructura exclusivamente femenina".

"La costumbre real requiere que se haga una visita a la iglesia todas las mañanas, mientras que el Papa es recibido una vez al año en el lugar". Lejos de mirar con desprecio los rituales de los cristianos, Ibn Battouta los mencionó con claro aprecio y alabó la reverencia y piedad que los visitantes de la iglesia expresaban cuando acudían allí.

Además de la basílica, el viajero tangerino describió un monasterio fuera del recinto, que también se dividía en dos partes, una para hombres y otra para mujeres.

Es una descripción de un viajero musulmán, un testimonio valioso para la época en que Bizancio estaba bajo el dominio cristiano. Ibn Battouta dejó Constantinopla después de pasar un mes y seis días, durante los cuales recordó haber sido tratado generosamente por el rey bizantino.

A través del Islam

Al volver a Marruecos en 1355, Ibn Battouta recibió del sultán meriní de Fez, Abu Inan Faris (1329-1358), el encargo de recopilar por escrito todas las experiencias de sus viajes. La obra resultante se tituló ‘Presente a aquellos que contemplan las cosas asombrosas de las ciudades y las maravillas de los viajes’ o ‘Regalo de curiosos sobre peregrinas cosas de ciudades y viajes maravillosos’, según la traducción que se haga. Es uno de los libros de viaje más conocidos.

Realmente pasó a la historia con el nombre de Rihla, ‘El viaje’. El texto fue dictado por Ibn Battouta a un poeta y estudioso andalusí, de origen granadino, Ibn Yuzayy (1321-1357).

A pesar de todo lo que conoció en sus viajes definió a Fez como “la ciudad más hermosa del mundo”.

En España su obra se tradujo, ya en el siglo XX como A través del Islam. Ibn Battuta. Una de sus últimas ediciones es con la traducción de Serafín Fanjul y Federico Arbós. Alianza Editorial, Madrid, 2005.

El manuscrito original se encuentra en la Biblioteca Nacional de París.

Ibn Battouta da nombre al aeropuerto y estadio de fútbol de Tánger y en su medina se encuentra su panteón, que es lugar de oración, en una pequeña calle.

Texto: Jesús Cabaleiro