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Cultura

Medina de Tetuán, un cuarto de siglo como patrimonio de la humanidad

La medina de Tetuán fue incluida en la Lista del Patrimonio Mundial en 1997 por lo que cumplirá 25 años desde que fue designada. Fue inscrita ese año junto con el sitio arqueológico de Volubilis, cerca de Mequinez, y un grupo de sitios históricos prestigiosos reconocidos por la Unesco por su valor universal excepcional.

La medina de la antigua capital española del Protectorado en Marruecos, merecía llevar la antorcha del patrimonio cultural mundial tras cumplir los criterios que la habilitaban, ya que constituye, según el Consejo Internacional de Antigüedades y Sitios: “un ejemplo completo, bien conservado y excepcional de este tipo de ciudad histórica que presenta las características de la alta cultura andalusí.”

Tetuán está rodeada por una muralla de cinco kilómetros, ocupa una superficie de 50 hectáreas. La ciudad creció desde el norte, y esta primera zona urbana se ha mantenido estable desde su fundación. Posteriormente se registraron una serie de ampliaciones, primero hacia el este y sur, y luego hacia el noroeste. La historia de la muralla defensiva que rodea la ciudad está relacionada con la ciudad. Desde su construcción, las murallas de Tetuán han sufrido transformaciones a lo largo de los períodos históricos.

El perímetro de estas fortificaciones tiene cuatro frentes y presenta una variedad de torres y baluartes dominados por el baluarte poligonal en forma de estrella ubicado en la parte norte del frente este. Llama la atención que estos muros fueron levantados con diseños y técnicas constructivas heterogéneas, se construyeron con o sin pendiente, y su altura oscila entre los 5 y 7 metros y el ancho hasta 1,20 metros.

Este muro está atravesado por siete puertas, Bab El Oqla, Bab Toute, Bab Mqabare, Bab Ejjyafe (hacia el Norte), Bab Nouader (hacia el Oeste), Bab Saaida (hacia el Este) y Bab Remouz (hacia el Sur) que conectan la ciudad con las carreteras principales y las áreas vitales fuera de los muros.

Las siete puertas históricas de la ciudad vieja de Tetuán mantienen su estética arquitectónica diseñada según el estilo morisco andalusí.

De ciudad cerrada con murallas y torres, Tetuán pasará a ser abierta y próspera gracias al comercio, especialmente a través del Estrecho de Gibraltar. Este desarrollo afectará el nivel defensivo, ya que la ciudad abandonará su guardia y restaurará sus fortificaciones.

Así, la ciudad se convirtió, como una madre nutricia, en un espacio que acoge a todas estas etnias con sus diversas expresiones y lenguas: árabe, rural, hebreo y español, y sus tres religiones: islam, cristianismo y judaísmo, y que respira una arquitectura única.

La ‘Paloma blanca’ es el nombre y adjetivo de la ciudad, que tiene otros nombres, todos derivados de la lengua bereber, pero todos conducen a un significado: el manantial de agua, el llamado Skondo. La discordia entre las lenguas no existía cuando se estableció Tetuán, de la mano de Al Mandri (1461-1515), ya que la ciudad se creó con la llegada de inmigrantes procedentes de Andalucía.

Texto: Jesús Cabaleiro