Tánger, escenario hace un siglo para el pintor finlandés Hugo Backmansson
Tánger en particular y Marruecos en general, fue el destino y escenario, durante los inicios del siglo XX, para numerosos pintores internacionales. Entre ellos se encontraba el finlandés Hugo Backmansson (1860-1953).
Backmansson estudió en Turku y posteriormente hizo carrera en el ejército ruso. Tras vivir 30 años en San Petersburgo, se instaló en Finlandia en 1918.
Realizó diferentes viajes durante muchos años al norte de África, donde permaneció principalmente en Marruecos y Túnez. Estudió la fuerte luz del sur y la gente local, observó la vida a través de los ojos de un orientalista.
Viajó por primera vez a Túnez a finales del siglo XIX, donde pintó numerosas acuarelas y retratos de hombres tuareg pertenecientes a una tribu bereber.
Durante varios años vivió en Tánger y viajó en caravana de mulas hasta Fez, donde pintó en plazas y calles de la ciudad. También en su producción pictórica aparecen Marraquech y Casablanca.
Parece haber estado extasiado por la diversidad de culturas. Entre sus temas se encontraban beduinos a caballo (le gustaba pintarlos), que interpretaban el juego de pólvora con rifles (laab ilbarud, en árabe), en el Magreb, conocida también como fantasía, Tbaurida, en Marruecos.
El conocimiento del sociólogo finés Edvard Alexander Westermarck (1862-1939) le influyó para dedicarse a esta labor orientalista e instalarse allí.
Westermarck fue un estudioso de Marruecos y ofreció una visión positivista de cómo se formó su religión popular en su obra de dos volúmenes ‘Ritual y creencia en Marruecos’ (1930). Había comenzado su trabajo de campo en Marruecos ya en 1898. Estuvo en el país 21 veces en los siguientes treinta años, pasando en total siete años. Allí también estudió su tema favorito, el matrimonio, publicando en 1914 y posteriormente en 1926, ‘Ceremonias matrimoniales de Marruecos’ e ‘Ingenio y sabiduría en Marruecos: un estudio de los proverbios nativos’ (1934).
Las obras de Hugo Backmansson se encuentran tanto en su país, Finlandia, como en Rusia, incluido el Museo Hermitage de San Petersburgo.
Texto: Jesús Cabaleiro